El 4 de julio el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) hacía publico el Informe “Análisis de las sentencias dictadas por los Tribunales del Jurado y por las Audiencias Provinciales en el año 2014, relativas a homicidios y/o asesinatos consumados entre los miembros de la pareja o ex pareja y de menores a manos de sus progenitores”. El informe viene a sumarse a los dos informes presentados el pasado 17 de febrero relativos, respectivamente, a las sentencias dictadas por los Tribunales del Jurado y por las Audiencias Provinciales en los años 2012 y 2013 en donde se analizan y estudian los homicidios y/o asesinatos consumados entre los miembros de la pareja o ex pareja.
En líneas generales los tres informes reseñan la importancia de este tipo de estudios basados en casos (sentencias dictadas tras la celebración del juicio oral con todas las garantías) en casos de homicidios y/o asesinatos consumado puesto que “(…) ayudan a ver que la violencia entre los miembros de la pareja o ex pareja tiene sus raíces en el ‘género’ y es asimétrico en cuanto al sexo de sus autores”. Sin duda importantes referencias si de lo que se trata es de romper con la violencia epistémica imperante en esta materia cuando desde ciertos sectores:
- Se niega la existencia de la violencia de género;
- Se alude indistintamente a violencia de género y violencia doméstica confundiendo ambos términos;
- Y cuando, en el ámbito de los conocimientos, se invisibiliza esa visión crítica que permite advertir cómo la historia no se ha caracterizado por una generación imparcial de saberes sino que éstos han venido modulándose de acuerdo a las epistemes dominantes y a su ideología legitimadora.
Los tres informes vienen a significar – y esto es importante – la importancia de este tipo de estudios puesto que no pueden ser “ciegos al género ni neutrales al sexo de los autores”. En este sentido el siguiente párrafo extractado del informe del CGPJ de 2013 (también recogido en el informe de 2014) resulta revelador:
“Evidentemente los hombres no son invulnerables a la violencia en el ámbito de la pareja ni las mujeres incapaces de utilizarla, pero el estudio de los casos concretos arroja evidencias que indican que la violencia en el ámbito de la pareja no es simétrica según el sexo”.
Más claro – si cabe – resultan las siguientes líneas cuando es el propio informe el que alude al ‘riesgo de ser mujeres’. Y es que precisa que los casos analizados corroboran el “desproporcionado mayor riesgo de las mujeres a ser asesinadas por sus parejas o ex parejas (…)”. Además, los informes vienen a evidenciar las diferencias en cuanto a la severidad de la violencia ejercida y de los medios empleados dependiendo de si el sujeto activo era varón o mujer. En la misma línea, los informes permiten desactivar ciertos mitos todavía presentes en el ámbito de la violencia de género que buscan justificar ciertas conductas apelando a la ingesta de bebidas alcohólicas, al consumo de drogas y/o a la alteración mental.
Los informes recogen importantes datos a tener en cuenta si lo que se busca es profundizar sobre la violencia de género en aras de romper con la violencia epistémica que su negación implica. Y es que tras la lectura de los informes respectivos una cosa queda clara y es que que la violencia que prevalece en el ámbito afectivo/convivencial de la pareja o ex pareja es violencia de género. Por tanto, enmarcada en un modelo relacional inserto en el sistema sexo/género, discriminatorio para las mujeres y vulnerador de derechos fundamentales lo que requiere de propuestas innovadoras y de políticas públicas efectivas y eficaces que tengan en cuenta la sexuación de los sujetos de derechos (y sus implicaciones jurídicas) y las expectativas de las mujeres (y sus hijos e hijas) que sufren este tipo de violencia.